¿Cuántos tipos de balances existen?
¿Te has parado a pensar en cuántos tipos de balances existen? Gracias a estos instrumentos informativos, podemos conocer la situación patrimonial de una sociedad en un período de tiempo concreto. En la gestión financiera, es vital estar al tanto de la evolución de la empresa. Con ellos, se conoce también su rentabilidad y situación contable, que permiten controlar las transacciones futuras. La vía para llegar a esta información es la creación de balances, como se explica a continuación. Antes de profundizar en los tipos de balances, se necesita entender qué es un balance. Es un documento contable que precisa la situación económica de una sociedad. Se trata de una imagen de sus bienes, sus derechos y sus obligaciones.
Clases de balances empresariales
Ahora que sabemos qué información recoge un balance, vamos a entender qué tipos de balances se pueden elaborar. En primer lugar, encontramos el balance de situación, que se subdivide en balance de situación inicial y de cierre. Como su propio nombre indica, el primero es un balance realizado al inicio del ejercicio empresarial. Su objetivo es comprobar la situación financiera cuando comienza el período económico y así compararla con ejercicios anteriores o próximos. En él, se agrupan los bienes, los derechos y los saldos reales de la empresa. Además, es un balance que aparece en el libro de inventarios y en las cuentas anuales de la sociedad.
En segundo lugar, existe un balance de situación de cierre, que se realiza el último día del ejercicio fiscal. Su información es relevante porque muestra la situación financiera en el fin del ejercicio económico. Por ello, sus datos permitirán saber cómo se ha desarrollado el año en una empresa determinada. Es un documento que también figura en el inventario y en los estados financieros.
Finalmente, se encuentra el balance de sumas y saldos o de comprobación. Este documento ayuda al accionista a obtener datos fidedignos y reales sobre las operaciones económicas a lo largo del año. Por un lado, comprueba que los datos se han registrado de manera correcta; por otro lado, compara los balances empresariales. Su finalidad principal es asegurar que las cuentas cuadran en el libro diario, para concluir con un saldo total. Al lado de las cuentas, aparecen la suma del deber, del haber y el saldo resultante (deudor o acreedor).
Tipos de balances según el grado de complejidad
Existen otras maneras de clasificar los tipos de balances, como, por ejemplo, de acuerdo con el grado de complejidad. Por un lado, está el balance normal, exigido a todas las empresas grandes cuando superan un volumen de activos. Por otro lado, se encuentra el balance abreviado, más escueto y que presentan algunas empresas en función de los requisitos.
Un balance está formado por tres partes: el activo, el pasivo y el patrimonio neto.
- El activo representa los bienes y los derechos gestionados por la empresa, que provienen de transacciones anteriores. También se divide en activo corriente y activo no corriente.
- El pasivo son las obligaciones que surgen de sucesos pasados. Como consecuencia, pueden dar lugar a una reducción de recursos o una producción de beneficios económicos.
- Por último, el patrimonio neto recoge las aportaciones realizadas por los socios o accionistas, que no se consideren pasivos. También incluye las reservas por los beneficios generados.
Dentro del activo, figuran el activo corriente (existencias, derechos realizables y efectivo) y el no corriente (inmovilizado, inmaterial y financiero). En el pasivo, se encuentran el pasivo no corriente (obligaciones de pago, fuentes de financiación…) y el corriente (provisiones, deudas…). Finalmente, en el patrimonio neto, figuran los recursos de la empresa aportados por los socios.