¿Qué es la morosidad en la contabilidad?
Como puedes ya suponer, la morosidad es aquella práctica por la que una persona física o jurídica no paga un vencimiento. A dicha persona o empresa se le conoce con el nombre de deudor o moroso.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que no todo impago es denominado morosidad. Para que esto suceda debe haber un documento que esté legalmente reconocido en el que se indiquen las condiciones y fecha de vencimiento de la obligación de pago. Es decir, que haya facturas, cheques, contratos, etc.
Por otro lado, hay que aclarar que el ser declarado moroso, no quiere decir que este no vaya a pagar. Solo que no lo ha hecho dentro del plazo y condiciones establecidos para ello. Para garantizar el pago de esa deuda existen los siguiente métodos: factoring, aval y seguro de crédito.
Cómo se calcula la tasa de morosidad
Como podemos suponer, la morosidad viene a cuantificar el grado de demora de los pagos. Esto hace que sea considerado como ratio de interés en el ámbito de las finanzas. Es algo que resulta importante de conocer tanto los créditos y deudas que no se hayan abonado.
Para conocer esta tasa de morosidad existe una fórmula, que es la siguiente. El valor de los créditos dudosos habrá que dividirlo entre el valor de la cartera de créditos totales. Por créditos dudosos debemos entender aquellos que no han sido pagados y tienen una antigüedad superior a 90 días.
Cómo afecta la morosidad al ámbito contable
Cabe recordar que entrar en una lista de morosos es muy sencillo, por el contrario salir de ellas ya requiere un proceso más complejo. Estas listas son utilizadas por bancos y empresas antes de decidir una relación comercial o invertir en un negocio. Existen más de un centenar de listas, pero las más conocida son Experian, RAI y Asnef.
Deterioro de partida de clientes
Cuando cumplan 6 meses de la entrada de un crédito que no ha sido pagado, el departamento administrativo deberá reflejar en la contabilidad como gasto. Así podremos deducirlo fiscalmente y ajustar el impuesto sobre sociedades.
Aunque en algunos casos puede suceder que no haya que esperar seis meses establecidos por la normativa fiscal. Un ejemplo de esto es cuando el cliente se declara en concurso de acreedores. Desde el mismo instante que conocemos este hecho podremos contabilizar el deterioro. En esta situación será deducible contable y fiscalmente.
Si los créditos están garantizados por algún tipo de seguro, éstos no podrán ser deducibles fiscalmente.
Clientes con largos vencimientos
Algunos clientes tienen la capacidad de negociar para pagar a largo plazo. Si éste se hace a plazos y se incumple el pago del último tenemos la posibilidad de no imputar íntegramente el ingreso fiscal. Esto significa que importaremos el ingreso de manera simultánea a la corriente monetaria. Así, evitaremos un serio perjuicio financiero, utilizando el criterio de caja en lugar de criterio de devengo.
Normativa fiscal VS contabilidad en los cobros aplazados
El ajuste del ingreso inicial puede hacerse de forma contable o extra contable. Si optamos por la primera acción habrá que ajustar el ingreso mediante la cuenta de ingresos a distribuir en distintos ejercicio. Esto es debido a que la factura emitida no se reflejará de forma íntegra en la cifra de negocios. Así, si no tuviéramos en cuenta contingencias como sanciones de Hacienda, que se considerarían gastos deducibles que habría que ajustar fiscalmente, el resultado contable (sin impuestos) será el mismo que la base imponible del Impuesto sobre Sociedades.
Pero, ¿y si lo que deseamos es reflejar el ingreso en el año en que se devengó y ajustar la contabilidad mediante correcciones temporarias? También lo podemos hacer. Con este fin, en el año en el que se realiza en la factura emitida, se ajustará de tal manera que no se entienda como cobro en el ejercicio. Esto generará un ajuste negativo el primer año. Después habrá que ir realizando correcciones positivas en el impuesto. Con lo que se irá revertiendo el pasivo generado.
Como conclusión podemos decir que cuando se cierra un año fiscal hay que tener en cuenta los créditos a terceros y cómo poder reducir la factura fiscal, evitando el posible perjuicio que nos puedan acarrear ciertos clientes a nivel financiero.
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